sábado, 9 de junio de 2018

PISTIS SOPHIA Textos gnósticos

CAPÍTULO I
Jesús había instruido hasta entonces a sus discípulos
sólo hasta las regiones del Primer Misterio.
Y sucedió, cuando Jesús resucitó de entre los muertos, que pasó once años discurriendo con sus
discípulos en instruyéndolos sólo hasta las regiones del Primer Mandamiento y hasta las regiones
del Primer Misterio, ése que está dentro del velo, dentro del Primer Mandamiento, que es el
vigésimo cuarto misterio afuera y abajo, (esos veinticuatro), que están en el Segundo Espacio del
Primer Misterio, el cual es antes de todo los misterios, el Padre en forma de paloma,
Lo que el Primer Misterio envuelve.
Y Jesús dijo a sus discípulos: "Aparezco fuera del Primer Misterio, que es el Ultimo Misterio,
que es el Misterio vigésimo cuarto". Y sus discípulos no sabían ni entendían que existiera cosa
alguna dentro de ese Misterio, sino que pensaban de ese Misterio que era la cabeza del Universo
y la cabeza de toda la existencia que era el fin de todos los fines, porque Jesús les dijo en relación
con ese Misterio, que envuelve al Primer Mandamiento y a las cinco impresiones y a la Gran Luz
y a los Cinco Auxiliares y al Tesoro entero de la Luz.
Las Regiones del Gran Invisible.
Y por otra parte Jesús no había hablado a sus discípulos de la total expansión de todas las
regiones del Gran Invisible y de los triples poderes y de los veinticuatro invisibles, y de todas sus
regiones y sus Aeones y sus órdenes, ni de cómo éstas se extendieron (ésas que no son las
emanaciones del Gran Invisible) y de sus no generados y sus autogenerados y sus generados y sus
dadores de Luz y sus impares y sus regidores y sus autoridades y sus señores y sus arcángeles y
sus ángeles y sus decanos y sus servidores, y todas las casas de sus esferas y todas las ordenes de
cada una de ellas.
El Tesoro de la Luz.
Y Jesús no había dicho a sus discípulos de la total expansión de las emanaciones del Tesoro, ni de
sus órdenes, cómo están extendidas; ni de sus salvadores, de acuerdo con la orden de cada uno
de ellos, cómo eran; ni les dijo qué guardia se encuentra a cada puerta del Tesoro de la Luz, ni
les dijo de la región del Salvador Gemelo quien es el Hijo del Hijo; ni de las regiones de los Tres
Amens, en qué regiones están ellos expandidos, ni a qué región los Cinco Árboles están
expandidos; ni de los Siete Amens, qué son las siete voces, qué es su región, y cómo están
expandidas.
El Mundo Luz
Y Jesús no había dicho a sus discípulos de qué tipo son los cinco auxiliares ni a qué región han
sido llevados; ni cómo la Gran Luz se ha expandido a sí misma, ni a que región ha sido llevada;
tampoco les había dicho de las cinco impresiones, ni del Primer Mandamiento, a qué región han
sido llevadas, sino que había discurrido con ellos en forma general, enseñándoles que existían,
pero no les dijo de su expansión y del orden de sus regiones, ni cómo son. Por esta causa no
supieron que había también otras regiones dentro de ese misterio.
Y no había dicho a sus discípulos: "Salí de tal y tales regiones hasta entrar en ese misterio y hasta
que hube de salir de él", sino que al enseñarles les dijo: "He salido de ese misterio". Por esta
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PISTIS SOPHIA
causa ellos pensaron de tal misterio que es el fin de los fines, y que es la cabeza del Universo y
que es la plenitud total, pues Jesús había dicho a sus discípulos: "Ese misterio envuelve al
Universo del que os he hablado desde el día en que me reuní con vosotros hasta este día". Por
esta causa los discípulos pensaron entonces que nada había dentro del misterio.
CAPÍTULO 2
Jesús y sus discípulos se sientan en el Monte de los Olivos.
Sucedió entonces que los discípulos se sentaron en el Monte de los Olivos hablando de estas
palabras y regocijándose con gran placer y alborozándose sumamente y diciéndose unos a otros:
"Benditos somos antes que todos los hombres de la Tierra porque el Salvador nos ha revelado
esto y porque hemos recibido la plenitud del fin total", (eso decían) mientras Jesús se sentaba un
poco alejado de ellos.
Una gran fuerza luminosa descendió sobre Jesús.
Y sucedió entonces que en el decimoquinto día de la luna, en el mes de Tybi, que es el día en el
que la luna está llena; en ese día entonces cuando el sol había aparecido en su marcha, llegó tras
él una gran fuerza luminosa brillando de manera extraordinaria; y no había medida para esa luz en
conjunto con esa fuerza, pues salió de la luz de luces, y salió del último misterio, que es el
vigésimo cuarto misterio de adentro y afuera, (ésos que están en las órdenes del segundo espacio
del Primer Misterio). Y la fuerza luminosa descendió sobre Jesús y lo envolvió por completo
mientras se encontraba sentado, alejado de sus discípulos, y brilló extraordinariamente, y no había
medida para la luz que estaba sobre él.
Lo envolvió por completo.
Y sus discípulos no vieron a Jesús debido a la gran luz dentro de la cual se encontraba o que le
rodeaba, pues sus ojos se cegaron debido a la gran luz en la que él estaba; si no que vieron
solamente la luz, que lanzaba muchos rayos de luz. Y los rayos de luz no eran semejantes entre sí
sino que la luz era de diversos tipos desde abajo hasta arriba, un rayo más excelente que el otro,
… en una gran inconmensurable gloria de luz; se extendía desde debajo de la tierra hasta el cielo.
Y cuando los discípulos vieron esa luz sintieron gran temor y agitación.
CAPÍTULO 3
Jesús ascendió a los cielos.
Sucedió entonces, cuando la fuerza luminosa descendió sobre Jesús, que gradualmente lo
envolvió por completo. Entonces Jesús ascendió a las alturas, brillando extraordinariamente en
una luz inconmensurable. Y los discípulos lo miraban y ninguno de ellos habló en tanto que él
alcanzaba el cielo, sino que todos ellos guardaron profundo silencio. Esto sucedió en el
decimoquinto día de la luna, en el día en el cual la luna está llena, en el mes de Tybi.
La confusión de los poderes y el gran terremoto
Sucedió entonces que, cuando Jesús alcanzó el cielo, tres horas después, todos los poderes del
cielo entraron en agitación y se pusieron en movimiento unos contra otros; ellos y todos los
Aeones y todas sus regiones y todas sus órdenes y la tierra entera se agitó, y todos aquellos que
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la habitaban. Y todos los hombres del mundo entraron en agitación, y también los discípulos, y
todos pensaron: ¡Por ventura, el mundo será arrollado!.
Y todos los poderes en los cielos no cesaron en su agitación, ellos y todo el mundo, y se pusieron
en movimiento unos contra otros, desde la tercera hora del decimoquinto día de la luna de Tybi
hasta la novena hora de la mañana. Y todos los ángeles y sus arcángeles, y todas las fuerzas de lo
alto, alabaron a los interiores de los interiores para que todo el mundo oyera sus voces, sin cesar,
hasta la novena hora de la mañana.
CAPÍTULO 4
Mas los discípulos se sentaron juntos con temor y estuvieron sumamente con miedo y
perturbación debido al gran terremoto que había sucedido, y juntos se condolían diciendo: ¿Qué
será entonces? ¿Por ventura el Salvador destruirá todas las regiones? Diciendo así, juntos se
inclinaban hacia el suelo.
Jesús descendió de nuevo.
Mientras decían esto y se inclinaban hacia el suelo, entonces, en la novena hora de la mañana, los
cielos se abrieron y vieron a Jesús descender, resplandeciendo excesivamente que no había
medida para la luz que lo rodeaba. No obstante, resplandeció más radiantemente que en el
momento cuando había cuando había ascendido a los cielos, para que los hombres sobre la tierra
no pudieran describir la luz que lo poseía, y lanzó rayos de luz en gran abundancia, y no había
medida para describir sus rayos, y su luz junta no era igual, mas era de diversas clases y diversos
tipos, algunos rayos más sobresalientes que otros…, y toda la luz armonizaba junta. Era de triple
clase y cada una sobresalía más ante la otra… la segunda, que estaba en medio, era más
sobresaliente que la primera que estaba abajo, y la tercera, que estaba arriba de las otras, era más
sobresaliente que las dos que estaban abajo. Y la primera gloria, que fue colocada debajo de
todas las demás, se parecía a la luz que había resplandecido con Jesús antes de su ascensión a los
cielos, y se veía a sí mismo como en su propia luz. Y las tres formas de luz eran de diversos tipos
y de diversas clases, una más sobresaliente que la otra…
CAPÍTULO 5
Jesús dirige la palabra a sus discípulos.
Y sucedió entonces, cuando los discípulos vieron esto, que se atemorizaron con gran
perturbación. Entonces Jesús, misericordioso y compasivo, cuando vio a sus discípulos con gran
perturbación les habló diciéndoles: "Tened valor. Soy yo, no tengáis miedo".
CAPÍTULO 6
Y sucedió entonces, cuando los discípulos oyeron estas palabras, que exclamaron: "Señor, si eres
tú, recoge tu luz de gloria hacia ti mismo para que podamos resistirla, de lo contrario nuestros
ojos están en las tinieblas y estamos perturbados y toda la tierra también está en la perturbación
debido a la gran luz que te rodea".

Jesús atrae a sí mismo su propia luz.

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